Workshop Experiencing the Second Cold War from the Margins: The Spaniards and NATO (1975-1986)
El próximo 30 de mayo, en la Facultad de Geografía e Historia de la UCM, se celebrará el workshop que ha sido organizado por Giulia Quaggio y Sergio Molina.
La nueva historia de la Guerra Fría está superando la visión convencional del conflicto. Esas primeras lecturas mostraban el enfrentamiento como unos hechos estrictamente bipolares que acabaron defiendo las relaciones internacionales a través de la fuerza y de la realpolitik (Romero 2014). Los nuevos estudios, al contrario, hacen hincapié en el impacto inexplorado de las “pequeñas” potencias europeas en los márgenes del conflicto, yendo más allá de su supuesta pasividad y estudiando sus formas de maniobrar desde los bordes, su experiencia cotidiana del conflicto o reflexionando, desde una perspectiva social y cultural, sobre las narrativas y las tradiciones culturales que moldearon sus visiones y vivencias del conflicto a través de actores no-estatales y no hegemónicos (Moro 2012, Ziemann 2009). Además de tratarse de una “guerra imaginaria” entre Oriente y Occidente, de Estados Unidos contra la Unión Soviética, la Guerra Fría constituye también una historia de “pequeñas” potencias, y supuestamente “menos influyentes”, contra “grandes” países (Crump y Erlandsson 2020). Las realidades “pequeñas” pudieron dar más peso a la neutralidad, pero, al mismo tiempo, y de manera paradójica, se inclinaron a confiar en las superpotencias. Desde esta perspectiva, el caso de España es especialmente interesante, ya que se incorporó a la esfera occidental ya en los 1950, aunque sin formar parte de la Alianza Atlántica y conservando viva una larga tradición neutralista.
El workshop propuesto, siguiendo la estela de la floreciente literatura internacional sobre la «despolarización retroactiva»(Hershberg 2000), pretende investigar cómo los españoles y las españolas experimentaron la entrada y permanencia en el bloque occidental desde los márgenes de Europa en la crisis de la détente a finales de los 1970 y en la primera mitad de los años ochenta. Esta etapa de fracturas globales (Rodgers 2011) es especialmente importante porque coincidió con la democratización española de su política exterior y de seguridad (1977-1986) y con el regreso a las Comunidades Europeas (1986). De hecho, a principios de los años ochenta, se rompió el pacto de no hablar sobre el posicionamiento de España con respecto a la Alianza Atlántica que había predominado durante la primera etapa de transición. En ese momento, el debate sobre el enfoque internacional del país por primera vez comenzó a ocupar un lugar importante en el debate público y también sirvió para polarizar a la población. Mientras las élites del país deseaban entrar en la CEE, la relación con las dos superpotencias seguía siendo más bien ambigua y compleja.
El estudio de la entrada y el referéndum para la permanencia en la organización multilateral de la OTAN frente a la integración europea representa una herramienta sugerente para explorar el encuentro de dinámicas socio-culturales desde arriba y desde abajo en la transición internacional del país (1975-1986), las formas en que se consolidó y se pensó la democracia, la circulación interna e impacto de ideas e iconos sobre el conflicto bipolar en las culturas políticas del país, sus conceptualizaciones de paz y neutralidad tras una de las dictaduras más largas de Europa.