La investigadora del Seminario de Estudios de Franquismo y Transición (SEFT) y profesora de la Facultad de Educación de Albacete, María de los Llanos Pérez Gómez, ha publicado recientemente la monografía que lleva por título: «MUJERES DE INSTINTOS PERVERSOS». La justicia militar franquista contra las mujeres de Albacete (1939-1948) editado por Sílex Universidad Contemporánea (2024) y vinculado a los Proyecto de Investigación de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha: “La violencia política en Castilla-La Mancha durante la guerra civil y la dictadura franquista (1936-1946): del terror a la cárcel” (SBPLY/21/180501/000028), del Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria, Democrática: “LA REPRESIÓN FRANQUISTA CONTRA LAS MUJERES EN LA RETAGUARDIA MANCHEGA: LA PROVINCIA DE ALBACETE COMO MODELO DE INVESTIGACIÓN (1939-1949)” (081-MD-2021) y «La violencia política en Castilla – La Mancha durante la guerra civil y la dictadura franquista. Jornadas de Estudio del Seminario de Estudios del Franquismo y la Transición» (140‐MD‐2023).
La represión que la dictadura franquista ejerció sobre las mujeres produjo numerosos infiernos a los que nunca conseguiremos descender. Las páginas que comprenden este libro pretenden abordar uno de estos múltiples infiernos que vivieron las mujeres represaliadas por los vencedores de la guerra, el de los tribunales militares. Durante décadas, el castigo de los consejos de guerra se ha considerado “cosa de hombres”, juicios en los que el condenado usual era varón y en los que las víctimas por excelencia de esta violencia eran las masculinas. Por ello, en este libro se ha puesto el foco en el género, con el objetivo de destacar cuántas mujeres sufrieron esta represión violencia, pero, sobre todo, de incidir en las especificidades y al trato diferenciador que sufrieron por parte de los tribunales militares franquistas. Porque en estos procesos, además de castigar su politización, se estaba sancionando la revolución de género que vivieron las mujeres en 1936 y asegurando la ya marcada desigualdad en la que vivían. A su vez, se estaban delimitando y asentando los parámetros sobre la imagen de la “buena mujer” que impuso la dictadura, la señalada por la Iglesia católica. De esta forma, también se estaba definiendo a las “otras” mujeres, las que no se ajustaban a este modelo, las “descarriadas”, tanto desde el punto de vista político como moral, en definitiva, las “rojas”. Las mujeres que pasaron por estos procesos fueron juzgadas como malas mujeres, equiparadas con las “caídas”, las prostitutas, y sufrieron un castigo específico y ejemplarizante por parte de un régimen que las consideró como mujeres “de instintos perversos”, tal y como indica el título de este libro.